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Estos son los últimos especímenes llegados a nuestra redacción

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Los expertos llevan siglos intentando desentrañar fósiles y pinturas rupestres de este misterio...

Historia:
Los únicos restos fósiles de équidos existentes al menos en los últimos 30.000 a 20.000 años, que se conocen en la Península ibérica, pertenecen a una sola especie de caballo, denominada como Equus ferus o Equus przewalskii gmelini, y cuyo nombre común es Tarpán.
Parece ser que durante la prehistoria existieron varios tipos de caballos, existiendo entre los europeos tarpanes, una subespecie occidental y otra oriental.
Según los actuales tarpanes de Polonia, esta especie de caballo es de pequeña talla, con una altura de 130 cms, color de capa de zaíno hasta tostado, crin y cola puramente negra o negra y blanca, de aspecto ceniciento y canoso.
Posee una franja dorsal castaño oscura, y franja ancha y oscura que va desde la parte central de las crines hasta la cola, con pelos más claros a ambos lados produciendo un efecto de variegado con destellos rubios que depende de hacia que lado se inclina el pelo. Pueden aparecer rayas tipo cebra, en los cuartos delanteros y en la parte interna de los muslos, así como también franjas en el cuerpo. El pelaje invernal puede ser ocasionalmente blanco si viven en climas muy fríos. La cabeza es alargada y ancha con la cara ligeramente cóncava, orificios nasales amplios y orejas también largas. Cuello corto y robusto que parte de unos hombros poderosos.

Características como la forma de la cabeza y cara, ya aparecen en pinturas rupestres de la Cueva de la Pileta, datadas entre 30.000 y 20.000 años, pero a diferencia de los tarpanes orientales y de los caballos modernos, los tarpanes presentes en Iberia presentaban una cara subconvexa, tal y como atestiguan también sus restos fósiles. Parece existir también, algunas pinturas rupestres en sierras turolenses, en las que se muestran los cuerpos de estos tarpanes con sus estrías acebradas sobre el cuerpo.

Fue a principios del siglo XX cuando el filólogo portugués E. Merea demostró, de manera definitiva, que la palabra "zebro" era también usada por españoles y portugueses para designar a una especie de asno salvaje que habitaba nuestra Península Ibérica.

El zebro, junto con otros animales de la fauna ibérica como el lobo, el oso, el ciervo, etc..., es mencionado en diversos tratados españoles de caza de la Edad Media y del Renacimiento. En algunas de estas obras se le describe como similar a una yegua cenicienta por su pelo "del color de las ratas", con una raya que le recorría toda la espalda hasta la cola- como en el mulo- y un hocico oscuro. ¿Podría tratarse simplemente de asnos asilvestrados?. La cuestión no está del todo clara y la identidad zoológica del misterioso animal del cual la cebra africana ha tomado prestado su nombre sigue planteando serios interrogantes.

Ahora, los arqueozoólogos Carlos Nores y Corina Liesau (1992) afirman haber dado con la solución de este enigma zoológico tan antiguo. En un reciente artículo publicado en la revista Archaeofauna, aseguran tener buenas razones para pensar que el zebro ibérico no es otro que el Equus hydruntinus, un équido prehistórico del Pleistoceno europeo. Según Nores y Liesau, este animal podría haber sobrevivido en el sur de España y , tal vez, en algunas regiones remotas de Portugal hasta el siglo XVI.

Posible representación del Equus hydruntinus(pintura rupestre de la cueva de Trois-Freres)

Las afinidades precisas de Equus hydruntinus han sido siempre objeto de vivas polémicas. Mientras que la mayor parte de los autores piensan que se trataba de un asno, otros, basándose en restos de su dentición, aseguran que sus parientes vivos más próximos son las cebras africanas. Hasta hace poco se pensaba que el Equus hydruntinus se extinguió hace 12000 años, pero en algunos yacimientos españoles del Neolítico y de la Edad de Bronce se han encontrado los huesos de un pequeño équido que pueden contribuir a cambiar este tradicional punto de vista. Aunque su identificación resulta difícil, debido a su estado fragmentario, dos paleontólogos alemanes que los han examinado están convencidos de que pertenecen al Equus hydruntinus ( vale la pena mencionar aquí que el asno doméstico africano, un animal cuyos restos podrían ser confundidos facílmente con los del Equus hydruntinus, no fue introducido en la Península Ibérica hasta el siglo VIII A.C.)

Recientemente, Nores y Liesau han descubierto restos más completos de un équido parecido en un yacimiento de la Edad de Bronce del sur de España. Los huesos están siendo analizados en el departamento de zoología de la Universidad de Madrid.

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