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>> MAPINGUARI - El Perezoso Gigante Terrestre
Según cuenta la leyenda, el Mapinguari es una criatura temible. Tiene el tamaño de un hombre y un rostro similar al de un humano, su cuerpo está cubierto de pelo rojizo y puede caminar tanto sobre dos como sobre cuatro patas . También se asegura que es invulnerable a las balas, que sus pies están vueltos al revés y que posee una segunda boca en el estómago por la que expulsa un gas hediondo.
Los perezosos terrestres, unos animales que segun la ciencia ya no existen y que podrían haber sobrevivido hasta nuestros días en las profundidades de las selvas del Amazonas. De hecho, comparten muchos rasgos en común con el pavoroso Mapinguari. Efectivamente, gracias al trabajo incansable de los paleontólogos, sabemos que los perezosos terrestres tenían el pelo rojizo y que en algunas especies la piel era tan dura como un chaleco antibalas, pues estaba llena de pequeños huesecillos. También se ha descubierto que sus heces eran similares a las de los caballos y que sus pisadas se asemejaban a las de un humano. Por otra parte, se cree que se apoyaban sobe los nudillos para andar - como hacen los gorilas - lo que podría haber dado lugar a que los pies del mapinguari sean descritos como " invertidos". En cuanto a la boca en el estómago - uno de los rasgos más fantásticos del mapinguari - Oren opina que podría tratarse de una glándula situada en el abdomen.
En la selva del Amazonas se han recogido decenas de historias sobre el mapinguari, un animal del tamaño de un hombre adulto, cubierto de largo pelaje rojo. Tiene cara de mono y garras como las del armadillo, que apuntan hacia atras cuando camina. Exhala un olor intenso y nauseabundo y se le considera invulnerable a las balas.
El mapinguari es un animal nocturno que evita el agua, se desplaza con manadas de pecarí labiado [Tayassu pecari] y se alimenta del blando interior de las palmeras, que abre con sus grandes garras. Sus gritos, según los testigos, son aterradores.
También recibe otros nombres: capé-lobo, mão de pilão (mano de almirez), pé de garrafa (pie de botella) y juma.
En 1994-95, el ornitólogo David C. Oren recogió indicios materiales de la existencia de este animal: fotografías de marcas de garras en árboles, grabaciones de gritos y moldes de huellas de pisadas. Estas últimas miden más de 30 centímetros de longitud y 15 de anchura (el triple que las huellas del tapir amazónico [Tapirus terrestris], el animal conocido más grande de la selva), y su separación indica una zancada de casi un metro.
El biólogo John Lewis ha analizado ADN de excrementos atribuidos al mapinguari. Los resultados indican que pertenecen a una especie desconocida, estrechamente emparentada con los perezosos arborícolas, lo que refuerza la identificación de este animal con una especie de perezoso terrestre.
Según Oren, se trata de un megaloníquido, familia a la que pertenecen los perezosos de dos dedos [Choloepus spp.].
El elengassen
En la Patagonia, existen testimonios indígenas parecidos sobre un cuadrúpedo peludo, invulnerable, del tamaño de un buey, con la cabeza corta, la cola larga y peluda y las patas cortas, provistas de grandes garras curvadas. Vive cerca del agua y es muy fiero.
Sorprendentemente, esta descripción concuerda con el aspecto de un grupo de perezosos terrestres supuestamente extinto hace sólo 8.000 años: los milodontes. La invulnerabilidad se explica porque estos animales tenían la piel blindada gracias a los millares de huesecillos embutidos en ella.
Los indios pampas le llaman elengassen, los araucanos, lofo-toro o lobo-toro, y los tehuelches, iemisch. También recibe el nombre de su o succarath, y se dice que transporta a sus crías sobre el lomo y las protege cubriéndolas con la cola, como los perezosos arborícolas y sus parientes, los osos hormigueros.
A finales del siglo XIX, Ramón Lista, geógrafo, explorador y político argentino, se encontró en uno de sus viajes por la Patagonia con un animal semejante al pangolín [Manis spp.] [1], pero su cuerpo no estaba cubierto de escamas, sino de un largo pelaje gris rojizo. Los miembros de la expedición dispararon varias veces sobre el animal, pero éste escapó aparentemente indemne.
El lugar:Cuenca del Amazonas. Estado de Acre en Brasil.
El protagonista: David Oren, un zoólogo brasileño del Museo de Historia Natural Emilio Goeldi de Belem. Oren, que oyo hablar por primera vez del Mapinguari en 1977, ha recogido hasta 100 testimonios de personas que aseguran haberlo visto o haber encontrado signos de su presencia ( huellas , heces y plantas semidevoradas). Cada año se adentra en lo más profundo de la selva del estado brasileño de Acre, con la esperanza de encontrar esa prueba irrefutable que convenza a los científicos de que el mapinguari es algo más que una leyenda. Según los testigos, las pisadas del Mapinguari son similares a las nuestras, sus heces se parecen a las de caballo y su fuente de alimentación, en contra de lo que podría pensarse dado su pavoroso aspecto, suele componerse de los frutos y tallos frescos de un tipo de palmera local. Oren no siempre ha defendido la existencia del mapinguari. Hace 20 años se tomaba el asunto a broma , pero un día su opinión cambió . "Estaba hablando con un amigo y me dijo : David, tú eres biólogo , ¿qué podría ser esta criatura?". Tras escuchar con atención unos cuantos testimonios sobre el Mapinguari, cayo en la cuenta de que lo que la gente le estaba describiendo se parecía mucho a un perezoso terrestre, un animal que supuestamente se extinguió hace 9000 años.
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q pasa alumnos escriban
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