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El Gogonasus ha mostrado elementos anatómicos inesperados y sorprendentemente modernos. Por ejemplo. El Gogonasus no tenía aperturas branquiales para su respiración. Usaba para ello una cavi...

Historia:

Este descubrimiento retrasa el reloj de la evolución de los elementos anatómicos del oído unos 30 millones de años. Además de esto, el Gogonasus muestra en los huesos de sus aletas unas estructuras que son las predecesoras de las muñecas. Ello le permitía doblar las aletas y usarlas como herramientas, quizá para enterrarse (lo que es bueno tanto para escapar del acecho de predadores como para apostarse en busca de presas; hay que tener en cuenta que el Gogonasus era un carnívoro), o para remover el fango del fondo en busca de alimento. Adicionalmente, la estructura de sus “hombros” muestra los anclajes necesarios para una masa muscular importante. Esta masa muscular no es imprescindible en el caso de un pez, pero con ella las aletas pueden sostener el peso del cuerpo del animal. Suponen, por tanto, la base ósea necesaria para los primeros estadios hacia la caminación. Estos resultados se combinan con los obtenidos del estudio de otro animal, el Tiktaalik roseae, un anfibio de hace 375 millones de años (también situado en el período Devónico, aunque cerca de la extinción masiva que cerró el período y abrió el nuevo período Carbonífero, hace 360 millones de años). Este animal era capaz de sostener el peso de cuerpo sobre sus aletas delanteras, lo que le permitía sacar la cabeza fuera del agua o arrastrarse hasta aguas someras. La anatomía de sus hombros indica que estos no tenían ni la musculatura ni la agilidad (no podían girar en redondo) como para poder caminar. Su “andar” por aguas someras o por tierra firme se parecería al de un león marino, entonces. En cambio, muestra una evolución de las muñecas que le hacía bastante más hábil que al Gogonasus. Estos resultados se hicieron públicos en abril de este año. Además, el análisis, hace un año, de nuevos restos del Ichthyostega (animal del que se tenían estos desde 1955, pero del que sólo recientemente se han hallado restos como para estudiar en detalle su anatomía), muestran que este animal bien pudo ser el primer tetrápodo en caminar realmente sobre tierra. Este animal está datado hace 360 millones de años (en la frontera entre el Devónico y el Carbonífero). La estructura de sus patas delanteras muestra una estructura ósea y muscular capaz no sólo de soportar su peso, sino de permitir un desplazamiento hacia delante. Las patas traseras muestran la misma estructura, pero, a consecuencia de tener una pelvis aún muy “de pez”, éstas ayudaban poco en la locomoción. Es más, se supone que el Ichthyostega caminaba casi arrastrando su parte trasera. Como, además estaba dotado de una cola capaz de batir el agua, se supone que este animal no era enteramente terrestre, pero ya era algo más que un anfibio. No hay base para afirmar que estas tres especies desciendan unas de las otras, pero el hecho de que las tres vayan aproximadamente en la misma dirección evolutiva, con muestra incluso de una clara secuencia de fases en la evolución de los mecanismos de locomoción, es (como diría el amor platónico de mi novia) “fascinante”. Sí, fascinante porque permite datar aproximadamente las fechas en las que los vertebrados dispusieron de los medios para colonizar la tierra firme, y el modo en que estos medios físicos fueron evolucionando. Fascinante en más de un sentido. Fuente:www.hispalibertas.com/noticias


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